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Que importa

¿Qué importa con los ojos que vean los demás?
Eres tú quien tiene que ver,
Eres tu el creador.

Sedemiuqse

Frase que he encontrado sobre lo que cada uno ve cuando se crea algo, en un blog muy curioso y que os recomiendo:
http://sedemiuqse.blogspot.com/

Comentarios

Carmen Conde Sedemiuqse ha dicho que…
Je, un blog "muy curioso" ¿ves?,eso es lo que ves, lo que sientes,nada importa lo que los demas vean o sientan. Tu, El, Yo, Todos somos creadores.
Alvaro muchas gracias.
Besos y amor.
je
Anónimo ha dicho que…
Yo no sabría dibujar a un rey-bufón, pero si puedo describirlo. Aquí está, ya llegó...Valcárcel: el rey-bufón


¿Es Valcárcel un fenómeno político, algo tangible, o un problema metafísico?

La anomalía que representa el personajillo de Valcárcel, por ser el provinciano más votado por estos lares, se parece cada vez más al arquetipo del rey-bufón. Ello le permite al presidente de los murcianos perfilarse como una rémora del pasado que anticipa burdamente tiempos futuros.

Y es que, Sras. y Sres., el susodicho se ha apoderado de dos personajes contrapuestos: el del poder del rey y el contrapoder del bufón. Basta con recordar a Shakespeare o las pinturas de Velázquez para rememorar cuán mutuamente se necesitan rey y bufón.

El bufón siempre ha precisado del rey para difundir su visión grotesca y popular del mundo; el rey, sin embargo, requería del bufón una ironía brutal que hiciera soportable su arbitrariedad.
Es así como usurpa muchos papeles y los presenta superpuestos ante sus adversarios. De un lado, el rey absoluto que se apodera de la mayoría de los resortes del poder; de otro lado, el bufón que distorsiona grotescamente la realidad, aunque no sea para proclamar la verdad, como harían los bufones medievales o barrocos, sino para reforzar la mentira.

Valcárcel no sólo controla los medios de comunicación impresos con suculentas subvenciones, hasta tiene su propia televisión (la TeleValcárcel), sino que intenta ironizar al mismo tiempo sobre su poderío, manejando a su antojo el contrapoder.

La elección de Ruíz Abellán como Defensor del Pueblo, es un claro ejemplo, se produce con la aprobación de todos los partidos políticos de la oposición, ¡qué barbaridad!. Lo que demuestra su capacidad de canalizar bufonadas.

El primer Defensor del Pueblo de la Región de Murcia, ya lo conocemos, ha militado durante más de 25 años en el PP y ha formado parte, hasta hace unos días, del gobierno de Valcárcel.

¡Con dos cojones!, como diría el columnista de La Verdad, García Martínez. Ahora, el nuevo Defensor del Pueblo ya no es del PP, se acaba de dar de baja en el partido.

(jaja, jeje, jiji)

Claro que sí, el rey-bufón ha sabido explotar sin límites todos los demonios, los del AGUA, generando odios en todas direcciones, asociando estos asuntos principalmente al patrioterismo barriobajero del españolismo anticatalanista, pero también lo ha practicado contra Castilla-La Mancha, Andalucía, Aragón, etc.; de alguna forma tenía que disimular o justificar su incompetencia política.

Ha sido oportunista en otras muchas cuestiones, al aprovechar sin contemplaciones el hundimiento de la clase política que se sitúa en la oposición. Se ha cebado con las continuas derrotas electorales del PSRM de estos últimos tiempos, a pesar de que dicha formación la componen personas mucho más cultas que él, voy a descatar a Begoña Retegui, por ejemplo.

E incluso ha contribuído activamente al hundimiento de los comunistas en la Región y/o de IURM; la cual ha pasado de ser un microcosmos casi perfecto a estar enfrascada en autoaniquilaciones que la han llevado a un proceso que explica su actual confusión, y probablemente hasta desaparezca del mapa político, como ha ocurrido en Cartagena.

Mientras toda la oposición se ha ido deteriorando, Valcárcel aprendía a ser cada día mejor rey-bufón: se ha hecho rico por medios opacos, se ha comprado el ático de Gran Vía, intenta esquivar con argucias juicios contra la corrupción que afectan a miembros de su partido y a sus consejeros en sucesivos gobiernos. Ni tan siquiera exige dimisiones, dice que no puede, ¡qué gracioso!, y por encima de todo, distorsiona el lenguaje público, arremetiendo contra el Estado de derecho: la guardia civil (UCO), jueces, fiscales, etc. Es decir, a todos aquellos que se oponen a sus proyectos de enriquecimiento ilícito o le obligarían a dar cuentas personalmente en el banquillo de los acusados por estar detrás de los grandes escándalos urbanísticos que han salpicado últimamente a la Región.

Sus oponentes han actuado finalmente, esperemos que no demasiado tarde, enredados en disimular su quiebra. Pero se olvidaron mucho tiempo atrás de denunciar un moralismo sin moral: nuevos ricos, podéis practicar tranquilamente el novorriquismo; especuladores, con argucias y suerte os libraréis de los tribunales; ignorantes, ni tenéis cultura ni os hace falta tenerla; vulgares, haced ostentación de vuestra vulgaridad. ¡Todo férreamente sustentado en el poder del dinero!.

Es así como el Valcarzato existe en tanto y en cuanto es una especie de estado espiritual (?), el murcianismo de pacotilla, de despiadado pragmatismo que, gracias a su condición de rey-bufón, le ha sabido dar forma de una manera particularmente dañina y espectacular.

La epidemia Valcárcel no es únicamente local, pero de pronto, los ciudadanos ven en televisión escenas que recuerdan otros tiempos: misas por los corruptos del PP, censura en Alter-Arte o el grito de a la caza del diferente, del inmigrante. Todo esto es llamativo pero no sorprendente, dado el espectacular aumento de las opiniones xenófobas en el seno de la sociedad.

Hay una fórmula para describir la ceguera ante la propia enfermedad, una ceguera que entraña enormes peligros: los enfermos siempre son los otros.

Pero la tragicómica endogamia de los partidos es ya similar. ¿Y qué decir del novorriquismo, la corrupción, la vulgaridad o la ignorancia?
Anna ha dicho que…
La frase tiene cuerpo, es acertada, y ahora mismo voy a ir el blog que recomiendas.

Un beso Álvaro.
Carmen Conde Sedemiuqse ha dicho que…
Bueno, veo que te a dado la frase para mucho...
Cada uno ve lo que quiere ver y actuá bajo su "verdad" o lo que significa para él la vida, y lo que quiere conseguir. Tiene que existir toda clase de personas para que podamos etiquetarlas a nuestro antojo. Y podamos distinguir una cosa de la otra.
Yo tengo una enfermedad (eso para mi no significa que sea una enferma)pero tengo que existir para que tu veas que no la tienes.
Nadie nos obliga a nada, y nosotros somos quienes permitimos todo eso de lo que hablas, tu lo expresas y ya estas haciendo algo. Porque lo que no nos gusta podemos cambiarlo. "Para mi"hay cosas que tiene prioridad ante otras. Por supuesto la primera es El Amor, (aunque suene vulgar, cursi, tonto..............) me es indiferente, porque a mi lo que me interesa es lo que yo siento. Partiendo de esa base del Amor. ¿Cómo podemos permanecer en silencio sabiendo que miles de seres mueren de hambre? claro que hay muchas respuestas, como preocupémonos primero de lo nuestro, o que podemos hacer nosotros? Pienso que lo primero que habría que solucionar es eso. Que ningún ser del planeta muera de hambre,porque hay de todo para todos. Que las necesidades mas básicas de todo ser del planeta estuvieran cubiertas. Y esto, no pongamos excusas diciendo que es un utupia, o un imposible, porque no lo es. Solo hay que ponerse de acuerdo. Solo eso.
Cada uno tiene su "sabiduría" y adquiere el “conocimiento” que le interesa. La vida no es tan difícil. Las dificultades las ponemos nosotros. La verdad lo natural, no necesita de aclaraciones, todo lo demás es demagogia, retorica. Francamente no me interesa la demagogia,pero acepto que a los demás le interese.
Muy bueno tu escrito.
Besos
je
Antonio Verdú Asís ha dicho que…
Hola, cierto es, cada persona es un mundo, un ser único, y debería ser independiente y no dejarse llevar por "el que dirán", siempre que respete las más elementales normas de convivencia "ética", "mi libertad acaba donde empieza la tuya". Un día de lluvia, con truenos y relampagos, puede ser el día más bello si has conseguido arrancar de la persona amada una sonrisa, por ejemplo.

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